sábado, 23 de abril de 2011

dE vEz En CuAnDo

De vez en cuando tengo algo que escribir, un par de frases rebuscadas para intentar darle sentido a un rato de tiempo. Algo estúpido que no quiero entender y con lo que aprendo a sentirme mejor. A veces tacho y borro, generalmente suprimo, la mayor parte de las veces soy un tirano, censuro y olvido para siempre, es un poco mejor que decidirse a poner el boli en la mano para encontrar la hegemonía del vacío. No me gustan las reflexiones, pero ahora me encantan, disfruto divagando y haciendo del entorno el medio sobre el que gira todo el mundo. Cada cierto tiempo pongo una coma, me esfumo un poco, depende del momento, puedo acabar exasperado, si la indecisión se me presenta pongo un punto. Arrugo folios pero los reciclo, antes de tirarlos utilizo su gramaje como bandeja para mezclar unas especias, creo que una vez intente limpiarme la cera de los oídos, pero era demasiado gramaje. No me gustan las reflexiones porque quizás no acaben, soy un egoísta porque utilizo a la gente para entretenerme sin entretener yo a nadie. Quiero dejar la ventana un poco abierta para escuchar la música desde fuera, pero a veces entra algo de humo, entonces es mejor subir el volumen, pero no siempre puedes hacerlo. Suelo pensar que no hay nadie a mi alrededor puesto que ahora no lo hay, y no sé si seré metafórico. Soy sincero simplemente por provocar a Dios, estoy en el bando equivocado, sin duda es el mejor. No me gustan las reflexiones porque no se llega a ninguna parte. Porqué no haré esto más a menudo, con la satisfacción que me da, sólo cuando estoy solo tengo la razón. Me gustan tanto el marrón como el verde, pero prefiero el marrón tirando a rojizo. Me la juego a la primera y acabo soñoliento, me contradigo y así me reafirmo pero me canso demasiado, demasiado pronto. Soy un ser único, como una piedra en una montaña, como una gota de agua cuando llueve, como una llama en la explosión de una bomba.

jueves, 14 de abril de 2011

lOs PaToS

-Ya llevaba más de una semana sin ganar dinero, tenía que utilizar un cordón como cinto.
Podía hacer demasiadas cosas, pero no se veía demasiado capacitado para ninguna.
Podía ser por pasarse la mitad de los días en los parques o por carecer de una maquinilla de afeitar realista, por mirar con ojos relamidos tanto aves semi-cautíveras como compañeros domésticos, o por no llevar los pantalones bien puestos y apretados frente al mundo que le estaba esperando:

A primera hora de la tarde sólo esperaba a que el guarda forestal saliera del recinto para ir a comer a su cabaña la comida que le preparaba su bella esposa.
Mientras se acercaba con toda normalidad en el parque, bolsillos llenos de cantos y piedras, a un tipo alegre con la boca llena de cánticos de espesas palabras, un pequeño señor desposeído de todo tipo de sutileza se acercaba al estanque aprovechando que el hombre de las piedras hablaba con el de los cantos, saltaba sin dificultad la valla perimetral, carente de la vergüenza tan diferidamente admirada por unos u otros, y habilidosamente cogía los patos de dos en dos por el cuello e iba metiéndolos en sacos de esparto que iba sacando de una mochila. Ellos glugluteaban.
Sullivan había espetado al hombre que dejara de cantar porque provocaba mucho ruido y ponía nerviosos a los patos y que podía hacerlo a cualquier hora del día menos a esa, que tenía todos los días que quisiera para cantar estupideces sobre las Vírgenes o las prostitutas de su pueblo.
-No chico, no chico- decía aquel hombre, y continuaba su canción romance de gitano profano- En su amor veo una luz, que se apaga y centelléa como una faro estropeado...mas así…si se estropea la entro yo pues no me acusa de verme…Virgen de (…)!!!
Así sin parar, hasta que le sorprendió el ímpetu de la envestida de Sullivan que vio de fondo al pequeño señor sosteniendo cuatro patos con las manos y metiéndolos en sacos. Activado por el sentido de un hombre propietario de nada más que de la conciencia de su alma echó a correr dejando al cantor por los suelos.
-Maldito hijo de…¡¡¡eh tú!!!- la mina de patos estaba siendo saqueada así que se propuso la acción total, agresión e injurias. Pero cuando hubo dado cuatro pasos las piedras que llevaba en los bolsillos provocaron su rotura - Maldito seas, cabronazo, maldito seas¡¡¡¡ -Lanzaba las piedras a medida que las recogía pero no podía alcanzar al que se las quería lanzar, corría como un galgo a pesar de ir cargado de patos, además el efecto de recoger la piedra y seguidamente lanzarla, mezclado con la euforia provocada por la rabia que estaba sintiendo, hacía que Sullivan lanzara muchas piedras desviadas de tal forma que algunas golpeaban las casetas del parque, otras los arboles, y una la pierna de un ciclista que cayó como abatido.
Claro que los patos apenas sufrieron por la pérdida de sus semejantes, por supuesto la conciencia de un pato estaba por identificar, sin embargo, Sullivan estaba realmente jodido, ahora se veía abocado a buscar otro plan para poder cenar aquella noche pues el estrambótico acto había alterado tanto al guarda forestal que decidió sacar la tienda y acampar junto al estanque para evitar que se diera otra situación similar.
-Probablemente usted ame este parque tanto como yo, puede estar tranquilo conmigo alerta por estos lares –le dijo al guarda- posiblemente su mujer le esté esperando, no se preocupe, antes escuché la llamada de una mujer, no estoy muy seguro de si lo era, creo que venia de ahí –señaló en la lejanía en dirección a la caserío del guarda- se acerca la hora de cenar.
- ¿Me está diciendo usted lo que debo hacer durante mi horario de responsabilidad laboral? ¿Quién es usted?¿No usa cinto? Qué raro. Yo no tengo mujer –Sullivan se rascaba la jeta.
-Antes escuché una llamada, ¿se llama usted John o Tom?
-¿Es usted ornitólogo?
-No señor, si lo que le digo es que….
El guarda se puso súbitamente tenso y se tranquilizó a la inversa. Sullivan creyó que era el director de un manicomio al aire libre e intento una estratagema improvisada.
-Los patos se van en invierno, no sé si sería bueno avisar al resto con tanta antelación- le dijo.
-¿A quienes?
-A los patos, por supuesto- respondió Sullivan- comunicárselo a sus familiares claro, ¿a quién si no?
-Conozco personalmente todos los patos de este parque- dijo el guarda- ,cruzan el mar desde el sur y llegan aquí con el buen tiempo.
-Si, mis sospechas se confirman, la mejor solución sería moverse hasta allí y avisar a sus familiares más mayores para que decidieran ellos sobre los desaparecidos.
-¿Está intentando que vuele miles de kilómetros ahora mismo para darle la noticia a los patos familiares?¿y dejar el parque desprotegido y así darle vía libre a alguien para que pueda acosar de nuevo a estos pobres animales como hizo ese sin vergüenza?
-Sólo intento ayudarle- previsiblemente algo estaba saliendo mal, pero qué sería.
-¿Quizás usted?
-Sólo le digo que…
-Largo de aquí, no quiero ver a nadie más rondando, fuera del parque. Si no lo hace le machacaré.
-Pero…
-¡¡Está cerrado!!
Atontado y deprimido, con el estómago relinchante, frustrado y abstraído, Sullivan marchó.
De vez en cuando giraba la cabeza y veía al guarda recogiendo unas ramitas, juntando unas piedrillas…
-Hará su fueguito…asará unas sardinejas…rodeado de patos ingenuos...
Una repentina sensación de pérdida de tiempo al seleccionar piedras para noquear a un ave y una reflexión inconclusa sobre qué había hecho mal fue todo que obtuvo durante esa tarde.
Si en ese momento hubiese bajado del cielo un ángel para decirle “sonríe que era broma” le habría intentado arrancar los ojos a mordiscos. Si hubiese bajado un ángel sin alas, con disimulo para darle una palmadita en la espalda de tú a tú le habría apuntado en la sien con una Colt 68mm (si la tuviese) y se habría comido sus sesos azucarados. Si hubiese bajado un ángel, con sus dos cojones de ángel y sus dos ovarios de ángel para revelarle que fue un gilipollas por permitirse a sí mismo que acabara en la calle intentando cazar patos o lo que fuera para intentar sobrevivir…. y que ahora su tontuna le impediría para siempre ser un ángel cuando llegara su sucia muerte, sustrayéndole de la posibilidad de pasar el resto de su eterna existencia follándose a si mismo…también habría hecho algo, seguro.


-El caso es que Sullivan siempre fue un perdedor pero…llegó a ser astronauta.
-Menuda mierda de historia.
-Bueno…¿ me das una moneda pa un café?
-Creo que no.
-Yo no tengo nada en contra de los patos colega.
-Es que no me gusta como lo has contado.
-Seguramente a mi tampoco me gustaría la forma en que tu la contases.
-No te pongas tan duro…
-Dura va a ser la hostia que te voy a dar…

FIN