sábado, 31 de diciembre de 2011

lA mAgIa DeL fInAl

Para el 2012 no espero nada, pero quizás quiera que explote Yosemite, o que el tiempo se congele para que otra civilización estudie y aprenda lo que no hay que hacer, espero que alguien duerma para siempre por ofender al prójimo incluso en la más mínima expresión, espero ser el primero en hacerlo...
Espero que la gente deje de restregar la escatológica felicidad que posee y de la que se regocijan en el vientre de la sociedad, que dejen de plasmar con entusiasmo las sentencias tipológicas de la esperanza que tan hipócritas suenan en un mundo desigual y tan a menudo difícil, desde uno de tantos puntos de vista, a ver si al fin empiezan a tragar de su propia verborrea para que otros como yo no sientan el amargor de los deseos inalcanzables, que las buenas intenciones se cuelguen de los árboles hasta que no vean más que blanco...que todos sean felices, pero a mis espaldas...
Espero que tantas y tantas veces que hablaremos podamos entendernos de algún modo y que cuando te pida algo no te rías en mi cara y espero que cuando me veas hundido no te acerques a consolarme, mantente cerca pero a escasa distancia, y que cuando me veas saltar de alegría me des una bofetada para volver a mis cabales y que cuando logre tener una vida propia no me acuses por menospreciarla...
Ojalá podamos ver a través de tus sonrisas a toda esa gente que se muere por las calles y que como tú vomitando carcajadas vomitan también pero sangre, vomitan de hambre y están justo ahí y al pasar frente a ellos me hacen pasar vergüenza y ni siquiera pueden levantar la mirada para verla, ni siquiera pueden sentirla porque se mueren de frió, y yo no puedo girar el cuello porque me mata la vergüenza y como todo, hablamos con conciencia de causa y saludamos de lejos a la miseria, pero por favor que no se acerque, a mi déjame ir de compras déjame viajar y déjame vivir del ocio como si fuera la misma persona que quiero ser o como aquella a la que no me parezco pero digo ser y como aquellos a los que la mayoría defienden por no sucumbir al desorden que tu quieras...
Espero que el 2012 tenga muchos días y muchas horas y muchos minutos y muchos segundos y que no acabe nunca para no tener que volver cada año a ver ese mismo final de mierda rellena de hipocresía navideña que comienza conmigo mismo sonriendo y vomitando toda la noche...

Fe...li...zzaaagagggghhhh....D:E:P

sábado, 24 de diciembre de 2011

wHaT a ClOwN

Ella es una mujer fatal
yo estoy seguro de no tener idéa alguna
de la cantidad de hombres que pudieron reposar
acuchillados en sus fauces
por una dulce sonrisa
deben ser bastantes
no me hago a la idea
porque tienen que ser muchos
diferentes pero unidos
por un corrompido hilo de entusiasmo
y alegría

su desaprensiva mirada
nos tocó a todos profundamente
y nos disolvió por completo
ahora tratamos de no recordar...
tratamos de no recordar...
no recordar...
sus rasgos abrasivos
ni su sarcasmo paralizante,
su irónico deseo
y la fina lluvia sobre sus ojos,
si llovió algún día,
la perspectiva de un ocaso en nuestras almas
que nos volvió enemigos, en el fondo
y bajo todo un montón de escusas corteses
y cuentos efímeros
la superficie cambiante derrumbando
lo que alguna vez quedó
de una llama extinguida, o congelada
gestos que aparentemente inocuos
colmaron de cianuro la piel para renacer
el día en que volviera a surgir
una mención alusiva
y así, todos en la estacada o ninguno
todos o ninguno
mientras ella se resarce con otro
nosotros nos hundimos
ya formamos parte de su juego
de secretos olvidados
ya formamos haciendo cola
tras del tiempo, contra el ciclón
a la espera de poder degustar también
algo del privilegio
que puede llegar a ser
eso de olvidar

viernes, 25 de noviembre de 2011

dE aHoRa En AdElAnTe

De ahora en adelante
un mundo kafkiano responde:
así como mis deseos
parecen ser imposibles e innobles,
la más nimia exigencia
un derecho negligente,
¡que el aval lucro se abrase
en las manos de omnipotente!

Así como al quemarse
las hojas, no hay colores,
al volar su negro humo
sientes que te araña en los pulmones,
que baje exangüe albiceleste
el ángel muerto y se desplome,
¡que derrame su llanto en esta tierra
y con su sangre nos ahogue!

Como todo lo que pido al infinito,
en importancia, son rumores,
pierdo en el camino la substancia
que atesoran vencedores,
acabo pisando el lienzo
que pintaron mis progenitores,
¡que una luz prenda la dinamita
que hay dentro de estos corazones!

Aquí descubro en lo contrario
la alianza de las civilizaciones,
veo venir de punta en blanco
a aquel de negras intenciones,
vive en un lugar donde sonrisas
se retuercen atravesando el horizonte;
hay de más, sitio en el alma,
para mentiras como aviones.

Despídeme del mundo,
pues perdí mis convicciones,
confiné tantos recuerdos
en el vacío de la noche...
ya las musas son de piedra,
se yerguen firmes e inertes,
¿porque la tristeza en esta vida
es un abismo insondable?

lunes, 17 de octubre de 2011

I.dEsCeNsO

¿Charly? Charly es un buen tipo, un tipo guay. Es un tipo muy fuerte, muy capaz de intimidarte sobre un callejón en penumbra. Un tipo de bola de billar por cabeza, fuerte, corpulento, pero no tanto, pero sí, podría romper un bloque de hielo de 30cm de una buena hostia con la frente. Mediana estatura definiendo su altura, camiseta abotonada de mangas cortas por fuera y pantalones sobre piernas bajo ligera barriga abotargada. ¿Sus manos?, manos grandes, manos fuertes, manos como zarpas de oso sin garras ni pelos, duras como la piedra, oh si, puedes notar al darle la mano la presión de un montón de kilos que fuera de control podrían hacerte mucho daño cartesiano. Un tipo guay, un buen tipo, un colgado. Su cara de hipobuda dibuja a intervalos de mitad un rostro risueño y soñoliento de bebé gargantúa y una face atiborrada y abatida de límite infinito. Así es y más.
Las 23:00 pm, de la noche, Jim lleva 3 horas caminando al asfalto, con la decisión de un primerizo busca tela por aquí, tela por allá. Líneas imperfectas arrebujadas a ambos lados, líneas inquebrantables agolpadas en ambas aceras de tres en tres, de diez en diez. Jim, uno entre mil, uno entre un millón, tirando a infinito. Jim busca a un ser como a sí mismo por la mañana, sin saber dónde plantarse, sin querer dejar de ensanchar una circunferencia a través de la x que señala su hogar en un mapa.
Zig-zag a media noche, el tren rompiendo la maraña, el retoño a través del útero, cómodo para no querer salir, mas solo haciendo tiempo; tiempo para ver a Charly.
-¡Charly!, ¡cómo estás Charly!
-¡Hola dijo Charly!- dijo Charly
Cada vez que un desconocido entra, su cara se estira hacia abajo y su mirada en descenso inequívocamente encuentra una tarea que supervisar, como colocar unos vasos bajo la barra o regar un tiesto.
-¡Hey Charly! ¡Charly ponme una!
Charly coloca una sobre la Madera a la vez que su otra mano dirigida hacia el panel arrastra un interruptor un poco hacia arriba. La música empieza a sonar, empieza a hacerse notar.
¡Jim! Jim un poco decepcionado mira la cara larga de Charly mientras toma asiento en una banqueta. Allí no hay nadie, y cuando digo nadie quiero decir nadie más que Charly, yo y James.
James, un tipo guay, un buen tipo, un colega de puta madre, y también, o eso dice Charly. James, apenas puede articular dos monemas juntos, era obvio, nada más verle, sin embargo lo intentaba, lo intentaba y era gracioso observarle, y un poco cruel supongo en cierto sentido. James lleva una camisa azul de futbol, bermudas grises, las sandalias de Jesucristo en versión copia y una curda como para no acordarte del nombre de tu propio hijo.
-¡Cada vez hablas peor James!¡Cada vez te entiendo menos colega! ¡hahaja!- le dice Charly mientras le da tortas en la mano con su homónima de oso depilado y sin uñas- pin pin, haha ¡cómo sois los ingleses!
James es un tipo irlandés, además es profesor de inglés en un instituto privado de por allí y parece que está al borde del abismo.
-Ola, me yiamo yeimsss, ¡io soy yieims!
Jim duda un instante al estrecharle la mano; hacerlo como old classic o al estilo nouveau college. Resuelve extender su palma y dejar que James la agarre como pueda para evitar una, quizás, tensión superficial.
-¡¿Cómo va Charly?!
-¡Bien!
-¡Ah!
El sitio está desierto por completo, tres salas vacías con tres personas y una de ellas tan mermada como para olvidar el nombre de su propio hijo. Tan mermada como para llegar de cero a infinito en lo que canta un pavo. Tan mermado como para transfigurarse a un arlequín sin dudarlo a la vista de otras dos personas, pero los arlequines pueden ser ágiles, su curda era de un límite amplio.
-¡Charly!¡ Qué te cuentas!- dice Jim.
-¡Mira, este es James!- ya, dice Jim- ¡Jaja, un tio guay!¡de confianza jaja!
El entreacto de Charly es beber como un iconoclasta de su tubo un líquido traslúcido, un poco opaco, de color caoba y con cuatro hielos.
-¡Ja ha!¡fischhhhh, pin pin, pin floyd!
-¿Gomo te iammas!- James le pregunta a Jim con toda la cara roja y negra.
-¡Jim tio! ¿qué tal!- responde Jim a James.
-Pschh
-¡JAJJAAJja! ¡estos tíos ingleses o escoceses!...¡qué buen tío oye!¡es un buen tío! ¡de confianza, lo verás!¡haha!¡plusch pluscht, pin floyd!- dos dedos de paz en sus manos.
En su cabeza, bajo el techo craneal de Jim, justo ahí, se formula la siguiente pregunta: ¿quíen está peor realmente? Charly no cesa en llenar su tubo apenas acabado. Afuera no deja de pasar gente, pero nadie entra. La chapa metálica sobresale desde la parte superior en el umbral. La obscuridad de aquel antro y el mismo CD de música, por otra parte de puta madre, repetido hasta la saciedad parecen no ser un gran cebo para los jóvenes bien avenidos que siembran las calles de la ciudad con sus culos de marca y sus botellas de licor y refresco original. Dentro espera el desconocido mundo del antro excesivo y apagado que los padres odian a muerte y los curas también y los políticos y muchos más, el declive de la sociedad que una vez tuvo algo pero que lo perdió por no coser a tiempo un agujero en el bolsillo, en pantalla grande y butaca a primera fila, Pompeya dejada y solitaria de acroteras de cartón piedra junto a un volcán lleno de vómito muy caliente. Sólo la contemplación de las almas que allí penden puede ser catalogada como perversión voyeurista de un escritor de bajos fondos.

sábado, 23 de abril de 2011

dE vEz En CuAnDo

De vez en cuando tengo algo que escribir, un par de frases rebuscadas para intentar darle sentido a un rato de tiempo. Algo estúpido que no quiero entender y con lo que aprendo a sentirme mejor. A veces tacho y borro, generalmente suprimo, la mayor parte de las veces soy un tirano, censuro y olvido para siempre, es un poco mejor que decidirse a poner el boli en la mano para encontrar la hegemonía del vacío. No me gustan las reflexiones, pero ahora me encantan, disfruto divagando y haciendo del entorno el medio sobre el que gira todo el mundo. Cada cierto tiempo pongo una coma, me esfumo un poco, depende del momento, puedo acabar exasperado, si la indecisión se me presenta pongo un punto. Arrugo folios pero los reciclo, antes de tirarlos utilizo su gramaje como bandeja para mezclar unas especias, creo que una vez intente limpiarme la cera de los oídos, pero era demasiado gramaje. No me gustan las reflexiones porque quizás no acaben, soy un egoísta porque utilizo a la gente para entretenerme sin entretener yo a nadie. Quiero dejar la ventana un poco abierta para escuchar la música desde fuera, pero a veces entra algo de humo, entonces es mejor subir el volumen, pero no siempre puedes hacerlo. Suelo pensar que no hay nadie a mi alrededor puesto que ahora no lo hay, y no sé si seré metafórico. Soy sincero simplemente por provocar a Dios, estoy en el bando equivocado, sin duda es el mejor. No me gustan las reflexiones porque no se llega a ninguna parte. Porqué no haré esto más a menudo, con la satisfacción que me da, sólo cuando estoy solo tengo la razón. Me gustan tanto el marrón como el verde, pero prefiero el marrón tirando a rojizo. Me la juego a la primera y acabo soñoliento, me contradigo y así me reafirmo pero me canso demasiado, demasiado pronto. Soy un ser único, como una piedra en una montaña, como una gota de agua cuando llueve, como una llama en la explosión de una bomba.

jueves, 14 de abril de 2011

lOs PaToS

-Ya llevaba más de una semana sin ganar dinero, tenía que utilizar un cordón como cinto.
Podía hacer demasiadas cosas, pero no se veía demasiado capacitado para ninguna.
Podía ser por pasarse la mitad de los días en los parques o por carecer de una maquinilla de afeitar realista, por mirar con ojos relamidos tanto aves semi-cautíveras como compañeros domésticos, o por no llevar los pantalones bien puestos y apretados frente al mundo que le estaba esperando:

A primera hora de la tarde sólo esperaba a que el guarda forestal saliera del recinto para ir a comer a su cabaña la comida que le preparaba su bella esposa.
Mientras se acercaba con toda normalidad en el parque, bolsillos llenos de cantos y piedras, a un tipo alegre con la boca llena de cánticos de espesas palabras, un pequeño señor desposeído de todo tipo de sutileza se acercaba al estanque aprovechando que el hombre de las piedras hablaba con el de los cantos, saltaba sin dificultad la valla perimetral, carente de la vergüenza tan diferidamente admirada por unos u otros, y habilidosamente cogía los patos de dos en dos por el cuello e iba metiéndolos en sacos de esparto que iba sacando de una mochila. Ellos glugluteaban.
Sullivan había espetado al hombre que dejara de cantar porque provocaba mucho ruido y ponía nerviosos a los patos y que podía hacerlo a cualquier hora del día menos a esa, que tenía todos los días que quisiera para cantar estupideces sobre las Vírgenes o las prostitutas de su pueblo.
-No chico, no chico- decía aquel hombre, y continuaba su canción romance de gitano profano- En su amor veo una luz, que se apaga y centelléa como una faro estropeado...mas así…si se estropea la entro yo pues no me acusa de verme…Virgen de (…)!!!
Así sin parar, hasta que le sorprendió el ímpetu de la envestida de Sullivan que vio de fondo al pequeño señor sosteniendo cuatro patos con las manos y metiéndolos en sacos. Activado por el sentido de un hombre propietario de nada más que de la conciencia de su alma echó a correr dejando al cantor por los suelos.
-Maldito hijo de…¡¡¡eh tú!!!- la mina de patos estaba siendo saqueada así que se propuso la acción total, agresión e injurias. Pero cuando hubo dado cuatro pasos las piedras que llevaba en los bolsillos provocaron su rotura - Maldito seas, cabronazo, maldito seas¡¡¡¡ -Lanzaba las piedras a medida que las recogía pero no podía alcanzar al que se las quería lanzar, corría como un galgo a pesar de ir cargado de patos, además el efecto de recoger la piedra y seguidamente lanzarla, mezclado con la euforia provocada por la rabia que estaba sintiendo, hacía que Sullivan lanzara muchas piedras desviadas de tal forma que algunas golpeaban las casetas del parque, otras los arboles, y una la pierna de un ciclista que cayó como abatido.
Claro que los patos apenas sufrieron por la pérdida de sus semejantes, por supuesto la conciencia de un pato estaba por identificar, sin embargo, Sullivan estaba realmente jodido, ahora se veía abocado a buscar otro plan para poder cenar aquella noche pues el estrambótico acto había alterado tanto al guarda forestal que decidió sacar la tienda y acampar junto al estanque para evitar que se diera otra situación similar.
-Probablemente usted ame este parque tanto como yo, puede estar tranquilo conmigo alerta por estos lares –le dijo al guarda- posiblemente su mujer le esté esperando, no se preocupe, antes escuché la llamada de una mujer, no estoy muy seguro de si lo era, creo que venia de ahí –señaló en la lejanía en dirección a la caserío del guarda- se acerca la hora de cenar.
- ¿Me está diciendo usted lo que debo hacer durante mi horario de responsabilidad laboral? ¿Quién es usted?¿No usa cinto? Qué raro. Yo no tengo mujer –Sullivan se rascaba la jeta.
-Antes escuché una llamada, ¿se llama usted John o Tom?
-¿Es usted ornitólogo?
-No señor, si lo que le digo es que….
El guarda se puso súbitamente tenso y se tranquilizó a la inversa. Sullivan creyó que era el director de un manicomio al aire libre e intento una estratagema improvisada.
-Los patos se van en invierno, no sé si sería bueno avisar al resto con tanta antelación- le dijo.
-¿A quienes?
-A los patos, por supuesto- respondió Sullivan- comunicárselo a sus familiares claro, ¿a quién si no?
-Conozco personalmente todos los patos de este parque- dijo el guarda- ,cruzan el mar desde el sur y llegan aquí con el buen tiempo.
-Si, mis sospechas se confirman, la mejor solución sería moverse hasta allí y avisar a sus familiares más mayores para que decidieran ellos sobre los desaparecidos.
-¿Está intentando que vuele miles de kilómetros ahora mismo para darle la noticia a los patos familiares?¿y dejar el parque desprotegido y así darle vía libre a alguien para que pueda acosar de nuevo a estos pobres animales como hizo ese sin vergüenza?
-Sólo intento ayudarle- previsiblemente algo estaba saliendo mal, pero qué sería.
-¿Quizás usted?
-Sólo le digo que…
-Largo de aquí, no quiero ver a nadie más rondando, fuera del parque. Si no lo hace le machacaré.
-Pero…
-¡¡Está cerrado!!
Atontado y deprimido, con el estómago relinchante, frustrado y abstraído, Sullivan marchó.
De vez en cuando giraba la cabeza y veía al guarda recogiendo unas ramitas, juntando unas piedrillas…
-Hará su fueguito…asará unas sardinejas…rodeado de patos ingenuos...
Una repentina sensación de pérdida de tiempo al seleccionar piedras para noquear a un ave y una reflexión inconclusa sobre qué había hecho mal fue todo que obtuvo durante esa tarde.
Si en ese momento hubiese bajado del cielo un ángel para decirle “sonríe que era broma” le habría intentado arrancar los ojos a mordiscos. Si hubiese bajado un ángel sin alas, con disimulo para darle una palmadita en la espalda de tú a tú le habría apuntado en la sien con una Colt 68mm (si la tuviese) y se habría comido sus sesos azucarados. Si hubiese bajado un ángel, con sus dos cojones de ángel y sus dos ovarios de ángel para revelarle que fue un gilipollas por permitirse a sí mismo que acabara en la calle intentando cazar patos o lo que fuera para intentar sobrevivir…. y que ahora su tontuna le impediría para siempre ser un ángel cuando llegara su sucia muerte, sustrayéndole de la posibilidad de pasar el resto de su eterna existencia follándose a si mismo…también habría hecho algo, seguro.


-El caso es que Sullivan siempre fue un perdedor pero…llegó a ser astronauta.
-Menuda mierda de historia.
-Bueno…¿ me das una moneda pa un café?
-Creo que no.
-Yo no tengo nada en contra de los patos colega.
-Es que no me gusta como lo has contado.
-Seguramente a mi tampoco me gustaría la forma en que tu la contases.
-No te pongas tan duro…
-Dura va a ser la hostia que te voy a dar…

FIN

viernes, 21 de enero de 2011

pErSoNaL

Me bajo de la mesa y pongo todos los cuadernos y agendas encima, meto los pies en mis zapatillas de andar por casa, bostezó y me siento.
Me pongo a leer los pensamientos de 5 años atrás.
Pensamientos, ideas, notas, la descripción de los días y la insípida espina del malestar adolescente.
Pasando páginas a toda hostia y leyendo por encima.
Me doy cuenta de que ese no he podido ser yo, ese ha debido de ser cualquier otra persona, incluso yo, cualquier típico idiota ensimismado, posiblemente yo, y que aproximadamente las tres cuartas partes de la mierda que hay transcrita en mi argot y para mí es pura y auténticamente una asquerosa y absoluta basura egocentrista.

Se me han quitado las ganas de leer en otros 5 años.

domingo, 16 de enero de 2011

eL hOmBrE qUe tOcA lA tRoMpEtA

Era por ahí, un poco bajo el horizonte, por donde empezaba a vislumbrarse la sombra de su cabeza negra, justo en la línea que cubre el monte con su espectro y el mismo horizonte acurrucado, a trote lento iba dibujando su figura frente a aquel cielo de fuego y aurora. Hacía un calor importante y los reflejos del aire aumentaban por momentos aturdiendo la tierra que tocaba con su voz.
Al punto de llegar a lo más alto del monte, donde su silueta parecía ser el mensaje de un futuro incierto, el hombre plantó un vistazo en el relieve, se secó el sudor con la manga y permaneció allí unos minutos hasta hacer llana su respiración –Ufff- resoplido -ha valido la pena llegar hasta aquí- doble resoplido –qué bonito joder. Cuando hubo descansado y observado a su alrededor buscó una gran piedra donde sentarse -Un, dos, un, dos, un, dos-.
Llevaba un pantalón de pana de un marrón claro, quizás demasiado grueso para tratar con el fin de primavera, una camisa blanca con bolsillo, una trompeta plateada y unas botas de becerro que su vecino y amigo Clansy le había curtido por haberle ayudado a reconstruir el gran boquete que dejó un pino americano en su tejado –Estas son las botas de Dios querido amigo- dijo - jajaja, las botas del jodido Señor- En el bar bromeaban diciendo que Clancy no necesitaba de cosechadoras en sus tierras pues él mismo arrancaba una a una las espigas de trigo para llevárselas a la boca, siempre aparecía masticando una. Su cara parecía estar hablándole de frente en aquella colina por aquel entonces, con su sombrero de campesino, su peto que se sujetaba a la mitad y su paja en la boca, la paja que a fuerza de costumbre le había arrugado y deformado media cara día si día también durante más de sesenta años.
El joven Jimmi le había dicho a Clancy muchas veces que cruzando las montañas y los claros hacia el sur se hayaban los inhóspitos parajes que aparecían en sus sueños. Durante los últimos años estos le habían despertado cada noche envuelto por un extraño velo de miedo mezclado con satisfacción en su lecho sudado. Bueno.
Cuando Jim llegó allí, la impresión de lo que vió fue mejor incluso que la percepción que había tenido en el más curioso de sus sueños, enfatizado por el naranja que proyectaba más allá el sol chocando contra la colina. Allí sentado pensó que no estaba nada mal, que incluso estaba de puta madre. Sin embargo no era nada especial.
-Un, dos, un, dos, un, dos- Jim alzó la trompeta que había llevado siempre en su mano y empezó a improvisar, las notas salían del agujero de metal como pájaros de colores, el viento soplaba en la misma dirección e incluso las nubes parecían seguir su música. Así estuvo varias horas antes de que todo se quedara a obscuras. Permaneció un rato en silencio en esa obscuridad, sin pensar, con los sentidos mostrándose en toda su sensibilidad para captar cualquier cambio a su alrededor. Sin saber cuánto tiempo había pasado, sin siquiera pensarlo, sin distinguir absolutamente nada de nada en esa noche, aquel negro manto empezó a clarear haciendo nacer millones de formas sobre el suelo y brillando con los colores de la naturaleza, colinas de roca roja fondeados por verdes praderas de robles que acababan en unas infinitas montañas verdes por abajo y blancas por arriba.
-Un, dos, un, dos, un, dos- Jim alzó la trompeta que había mantenido toda la noche en su mano y empezó a tocar una alegre melodía que hizo temblar cada una de las yerbas de aquellos prados y montes yermos y de sus robles e hizo que toda aquella variedad de colores visibles empezaran a mezclarse con el blanco de las infinitas montañas a lo lejos, y del infinito cielo azúl cielo aún más lejos. Poco a poco, el sol empezó a desfilar tan rápido que le pareció ser un momento, y se quedo en el fuego brillante que chocaba contra la colina como el día anterior.
Jim se paró y pensó en muchos momentos que había vivido en el pueblo y que le hacían sentir bien, anécdotas pasadas con viejos amigos y el melancólico bienestar por no saber que les deparará el futuro y que tal les irá.
-Por ti, Clancy, un, dos, un, dos, un, dos- Jim alzó la trompeta, su fiel esposa, y a medida que las nubes se arrejuntaban y se cargaban de enérgico gris, en la gris obscuridad de la nueva noche, sonaban como atronadoras tormentas de ritmo sus notas ondeando en invisibles líneas paralelas hacia arriba, hasta llegar a las ya negras nubes para atravesarlas y hacerlas llorar y querer estar en la tierra. Así pasó la noche. Cuando apareció la luz se evaporó cualquier pista de lo que pudo haber ocurrido horas antes para hacer crecer de nuevo las millones de formas del paisaje y poder mezclar así su cuantiosa gama de colores, siempre a la vista de un sol resplandeciente y una pálida brisa de aire. Jim se quitó entonces la camisa y limpió con delicadeza su trompeta. Allí de pie, observando todo lo que estaba a su alcance, pensó que no estaba nada mal, que incluso estaba de puta madre, aunque no era nada especial. Por eso volvió a alzar su trompeta y siguió haciéndolo muy a menudo.
-Un, dos, un, dos, un, dos…