sábado, 9 de octubre de 2010

fAlSo SoNiDo De AlArMa

No hay concierto. Así que reflexiona sobre la vida pasajera. La vida pasajera que no viene ni va, sino que es un bártulo que pesa como un condenado y se presta a ser arrastrado por el mundo como el molesto fardo que es.
El es un fantasma entre animales de café y revistas. El café hace que se despierten antes o que se duerman más pronto, a él simplemente le provoca un estado de letargo perpetuo que nunca culmina en el sueño profundo, ni aún a sabiendas de que se emplea a fondo en ello sirviéndose a sí mismo en buffet para que la cama se hinche. Ni siquiera las decenas de horas son prolíficas, solamente le vacían el estómago y le comprimen el vientre.
El se regala en un apogeo de deseo durmiente y sólo refunfuña de un lado para el otro maltratando y redoblando las sábanas. Pero eso es divagar, y él no quiere divagar ahora sobre el sueño. Quiere entender lo que es la vida pasajera y cuando dice pasajera dice “pesada”.
Confluyen bajo su edificio personas para él muertas, grandes y pequeñas siluetas a través de cristales decorados con repetitivos adornos navideños, se reúnen en sucios y austeros locales a tomar su café y a leer su periódico con un croissant. Su periódico...antes lo llamó revista.
El no suele leer revistas, se concentra en ciertos autores y sus novelas. Aquí sólo hay un par de sitios donde se pueda leer bien. Uno de ellos es el metro. El otro es la calle a cualquier hora en día no nublado hasta las 4 o 5 de la tarde.
El primer sitio está muy bien. El leve temblor sobre raíles concentra y relaja a la vez y la iluminación es perfecta. El único problema son aquellos jóvenes portugueses alardeando de su música basura en MP3, y que no es gratis, por supuesto.
El segundo sitio es también perfecto, e inaccesible a lo sumo, tanto o más por el hecho de que por ahora es casi inconcebible que coincida el interés de la persona con la claridad del cielo. Nadie lee bajo la lluvia. Aunque sería bueno verlo.
En estas calles sólo quiere divagar y mirar a los gatos. Sólo busca tranquilidad. Y es que está hasta los cojones de portugueses. Esta frase está mal.
(Mientras escribe, dos maleantes se acercan a él lentamente buscando una dosis de algo:)
-Ten un cigarro?
-No.
Los gatos no paran de andar por los parques, y en ese los pájaros en el árbol demuestran que la puesta de huevos ha sido fructífera. Quizás no sepan que el gato está buscando la forma de alcanzarlos. No se dan cuenta, por supuesto.
El tampoco se da cuenta de que en este mundo de muertos él es un cadáver. No quiere hacerse a la idea. El mundo es una fosa y en ella los verdaderos cuerpos inertes son los que están más vivos. Son los únicos que pueden descansar realmente. Sin escuchar la pesada música de los portugueses que le rodean. Sin escuchar sus pitidos de impaciencia cuando un autobús se para 5 segundos en el cruce.
Aquí los muertos se mezclan con él y le toman por uno de los suyos. El no lo admite y se entretiene mirando a los que pasean los perros.
Su ala ancha camina respirando un aire que parece limpio pero que en realidad detesta. Porque es libre de ser contradictorio Por eso se arrepiente de soportar un año de vida pasajera. Y hay muchos tipos de vidas pasajeras. También hay muchos tipos de contradicciones. Pero hay dos tipos de gente muerta: los solitarios y los muertos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario